A veces las leyes llegan sin hacer ruido. Veri*factu es un buen ejemplo de ello. Quizá por lo técnico del asunto, o porque aún queda algo de margen para aplicarlo. Pero lo cierto es que la factura electrónica de 2025, tal y como la exige Hacienda, no se parecerá mucho a la que se ha venido usando hasta ahora.
En el fondo, la norma —la Orden HAC/1177/2024, para ser exactos— lo deja claro: todas las facturas deberán cumplir condiciones que aseguren que no pueden ser manipuladas. Firmadas, trazables, y además, accesibles para la Administración. Y si se opta por enviarlas directamente a la Agencia Tributaria a través del canal Veri*factu, mejor aún. Eso sí: no es opcional cumplir la norma. Lo de remitirlas en tiempo real, de momento, sí lo es.
Aquí es donde la cosa se complica para los administradores de fincas. Muchos de ellos no solo generan sus propias facturas por honorarios. También manejan pagos a proveedores en nombre de las comunidades que gestionan. Y claro, si esas facturas no se ajustan a lo que exige Veri*factu, podrían acabar teniendo problemas. No basta con guardar el archivo: hay que demostrar que cumple lo que dice la ley.
Además, hay un detalle que no conviene pasar por alto. Las facturas emitidas bajo este sistema pueden servir como prueba legal. Por ejemplo, si surge un conflicto con un proveedor, o si algún vecino impugna los gastos. En ese contexto, disponer de una factura validada electrónicamente, con su firma digital y su código QR correspondiente, es una garantía que pocos discutirán.
Por suerte, no todo son obstáculos. Muchas soluciones tecnológicas, como Gesfincas, ya están adaptando sus programas para cumplir con los nuevos estándares. De hecho, algunas incluso permiten configurar el envío automático al sistema Veri*factu. Claro que contar con la herramienta adecuada es solo parte del trabajo. También hay que saber usarla bien. Y formar al equipo, claro. Porque este tipo de cambios no se gestionan solos.
Conclusión
Quien crea que esto es una moda pasajera se equivoca. La digitalización fiscal no va a retroceder. Y Veri*factu, más que una carga, puede convertirse en una oportunidad para reforzar la confianza entre vecinos, proveedores y administradores. Eso sí: como en casi todo, quien se prepare antes, saldrá ganando.
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