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18/9/2024

La importancia de la Coordinación de Actividades Empresariales en las comunidades de propietarios

Garantizar la seguridad laboral en las comunidades de propietarios es una obligación legal cuando se contratan servicios externos. La correcta gestión de la CAE previene riesgos, evita sanciones y protege tanto a los trabajadores como a la propia comunidad.

Dos personas con trajes de protección personal (EPI) charlan en las inmediaciones de una piscina en una comunidad de propietarios.

La Coordinación de Actividades Empresariales (CAE) es un requisito legal obligatorio para aquellas comunidades de propietarios que contratan los servicios de empresas o autónomos para realizar actividades profesionales en sus instalaciones. Este proceso es clave para garantizar que todas las labores que se desarrollan dentro de la comunidad, ya sea en zonas comunes o áreas específicas, se realicen conforme a la normativa de prevención de riesgos laborales y bajo condiciones de seguridad adecuadas. Además, es importante destacar que, al considerarse las comunidades de propietarios como centros de trabajo, cualquier empresa o profesional que preste sus servicios en las instalaciones de la comunidad es tratado como empleado a ojos de la Seguridad Social. Por tanto, estas comunidades están obligadas a cumplir con las normativas de seguridad laboral cuando contratan servicios externos

¿Qué implica la Coordinación de Actividades Empresariales?

La CAE, regulada por la Ley de Prevención de Riesgos Laborales (Ley 31/1995) y el Real Decreto 171/2004, establece la obligación de que las comunidades de propietarios, en su papel de empresarios titulares del centro de trabajo, garanticen la seguridad cuando contratan a empresas o profesionales para realizar servicios como limpieza, mantenimiento o reformas. Desde el momento en que una empresa o profesional comienza su actividad en las instalaciones de la comunidad, esta se convierte en responsable de asegurar que todas las actividades se realicen bajo estrictos criterios de seguridad.

Es importante subrayar que esta obligación no solo afecta a aquellas comunidades con empleados propios, sino también a todas las que subcontraten servicios externos, lo que las convierte en responsables del entorno de trabajo y de la seguridad de los profesionales que desempeñan actividades en sus instalaciones.

Obligaciones de los administradores de fincas y las comunidades

Los administradores de fincas tienen un rol esencial en la gestión y supervisión de la CAE. Según la normativa, deben asegurar que todas las empresas o autónomos que trabajen en la comunidad cumplan con los requisitos de seguridad establecidos. Las principales responsabilidades incluyen:

  1. Identificación de las empresas o profesionales que operarán en las zonas comunes de la comunidad.
  2. Elaboración y comunicación del informe de riesgos, que debe ser realizado por un Servicio de Prevención Ajeno (SPA) autorizado.
  3. Coordinación de las medidas preventivas con las empresas contratadas para asegurarse de que cumplan con las normas de seguridad y salud laboral.
  4. Gestión de la documentación necesaria, como certificados de formación, contratos, planes de seguridad y salud, y registros de cumplimiento de normativas.
  5. Supervisión continua del cumplimiento de las medidas de seguridad y la corrección de cualquier incumplimiento detectado.

El administrador de fincas actúa como el nexo entre la comunidad de propietarios y las empresas contratadas, garantizando que todas las partes involucradas en las actividades profesionales comprendan y respeten los riesgos laborales y las medidas preventivas requeridas.

Consecuencias del incumplimiento de la CAE

El incumplimiento de las obligaciones relacionadas con la CAE puede acarrear serias consecuencias tanto para las comunidades de propietarios como para sus administradores. Las sanciones administrativas son las más comunes y pueden alcanzar hasta los 820.000 euros en los casos más graves. Asimismo, las responsabilidades penales pueden llevar a penas de cárcel de hasta tres años si se demuestra que los trabajadores han sido expuestos a riesgos graves y no se han tomado las medidas preventivas necesarias.

Un caso típico de incumplimiento podría derivar en un accidente laboral, donde las responsabilidades recaen directamente sobre la comunidad y su administrador. Este tipo de situaciones no solo implica sanciones económicas, sino también indemnizaciones y, en algunos casos, puede dañar la reputación de la comunidad de propietarios.

Utilización de herramientas especializadas para la gestión de la CAE

La gestión de la CAE puede suponer una carga considerable en términos de documentación y seguimiento. Por ello, cada vez más administradores de fincas optan por herramientas tecnológicas especializadas, como Gesfincas, que permiten centralizar la documentación y automatizar las comunicaciones y la gestión de las evidencias de cumplimiento normativo. Estas plataformas no solo optimizan el tiempo invertido en la gestión, sino que garantizan que todo el proceso de coordinación y prevención de riesgos laborales se realice de forma eficiente.

Contar con el respaldo de un Servicio de Prevención Ajeno (SPA) también es una medida clave para cumplir con las obligaciones legales. Estos servicios externos se encargan de realizar los informes de riesgos, proponer medidas de prevención y asegurarse de que todas las normativas se cumplan, evitando así posibles sanciones.

Conclusión
La Coordinación de Actividades Empresariales es un deber fundamental para cualquier comunidad de propietarios que contrate servicios externos. Además de ser una obligación legal, constituye una herramienta de protección frente a accidentes laborales y posibles sanciones. Los administradores de fincas deben asumir un papel activo en la supervisión de este proceso, asegurándose de que tanto las comunidades como las empresas contratadas cumplan con las normativas de seguridad laboral.

Invertir en una gestión adecuada de la CAE, ya sea mediante la utilización de software especializado o la contratación de servicios externos de prevención, es una garantía no solo para la seguridad de los trabajadores, sino también para la tranquilidad legal de la comunidad y su administración. Las consecuencias de ignorar esta responsabilidad son demasiado graves como para dejarlas al azar, y un cumplimiento riguroso protege tanto a las personas como a la estructura de la comunidad.

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